Así conocimos a quince minutos de Salamanca, en un alto despejado, en plena rehabilitación, la Quinta de Carrascal.
¿Lo ves posible? , me preguntó Raquel, rodeadas de vigas de madera antiguas, barro y andamios.
Sí, rotundo.
Yo ya me había rendido.
Mientras el pico y la pala iban reconstruyendo la Quinta, Raquel y yo estudiamos primero el estilo del vestido de comunión para su pequeña y empezamos a organizar y programar el evento.